Hombre del Sur es una inquietante historia del autor galés Roald Dahl Yo me quedo con la del inglés, que, a pesar de ser menos conocida que la de he tomado de aquí y que es una traducción del texto original de Dahl. Roald Dahl fue un escritor británico conocido especialmente como autor de De esta colección se desprende “hombre del sur”, un cuento que trata hacer algo por el prójimo y dejar de ser tan testarudos o ambiciosos. —Va a ser una noche terrible —dijo el sobrecargo, mirando a la señora . sentó en el asiento con el aire despreocupado del hombre que ha decidido algo muy. Cosas de la edad, supongo. Yo tengo un coche normalito y dos meñiques. Y me va estupendamente así! Un placer haberos conocido en Madrid, claro que sí. No he podido ver el corto en tu espacio, nosurrender. Por alguna razón el servidor no responde, pero creo recordarlo encuadrado en una serie televisiva hace bastantes años. Pero sin duda mis recuerdos me engañan, porque no encuentro el punto jocoso. Sí, recuerdo que en su momento me impactó mucho. Es que sólo pensarlo es como si se notase el dolor del dedo. Lo dicho, "salvo honrosas y escasas excepciones". La subvención ha degenerado en servilismo político, casi con tintes mafiosos, que degenera en bodrios que no se mantienen en cartelera ni una semana salir con un hombre del sur roald dahl falta de espectadores. Con mi dinero no, gracias. Respecto al riesgo, dependo de muchos factores pero, principalmente, creo que podríamos centrarnos en un par: Un besazo, siento el rollo pero es que tus textos siempre son inspiradores así que te aguantas, mmuaa. Aunque yo, como Tam, lo tengo claro: Primera, porque no soy de las que se deslumbran ante un cadillac, que lo importante no es el vehículo sino el tipo que va dentro. P Y segunda, porque si descubriera al poco -y esas cosas no tardan mucho en descubrirse- que al tipo le falta un meñique, me acordaría de inmediato de esta siniestra historia de Hitchcock, que ya me impresionó bastante siendo niña, y me pondría a pensar si en efecto el tipo no lo habría perdido en alguna apuesta. Pese al agravio comparativo, otorgar los premios que les corresponden en una gala aparte hubiera dado a los cortos mayor relevancia de la que suelen tener en el acto oficial. A ver si hay suerte para "Proverbio chino". Pues oye ahora entiendo yo a uno que conoci que siempre decia. Inquietante y genial la escena. Sólo él podría conseguir esos actores para un "simple" corto. Con la versión de Tarantino me reí mucho, mucho. El montaje final es prodigioso. Salir con un hombre del sur roald dahl que no has tenido en cuenta la utilidad del meñique para sacarse pelotillas mientras conduces Me encantan los cuentos para niños de Roald Dahl. Con respecto a Alfred En cuanto a los Goya y la marginación Como Decirle A Alguien Que Te Gusta Por Whatsapp los cortos en la entrega: Ah, mmuy buenas recomendaciones de peli, libro y canción. Yo también lo vi en televisión en alguna noche de los años ochenta. Dra Claudia Baletti accidente fatal FloridaLa historia habla de avaricia, pero también de tentación. Porque las posibilidades de fallar son casi nulas y el premio muy interesante. En realidad el protagonista no pone en juego su mechero, sino su propia psicología; y es ese viaje al límite del derrumbe lo que excita al personaje de Huston. ![]() No tiene punto jocoso esa historia, pero sí excitante al hacer temible lo inconcebible. Aunque conservemos todos los dedos. Luigi, no estoy de acuerdo. No creo que pueda generalizarse ese servilismo político en el cine español. No hay servilismo porque no hay discriminación, sólo una interminable burocracia. Las subvenciones tienen un límite que queda muy por debajo de los presupuestos habituales de las grandes producciones. Con una excepción, por cierto: Para hacer una película sobre el Dos de Mayo. El destinatario de esta subvención es, precisamente, José Luis Garci. De verdad, creo que hay mucho cinismo en todo esto. Con mi dinero se subvencionan, tienes toda la razón, un montón de películas que son basura, que no tienen el mínimo interés y que no aportan nada a la cultura de este país. Vivir en sociedad es jodido, sí: Tiene mucho que ver con la entrada de las cajas, es verdad; debe ser la Navidad y su Lotería, que me altera. En realidad no es una disyuntiva. Porque, o te quedas con todos tus dedos y el cadillac, o te quedas sin nada. Doctora, respecto al tamaño del coche, le diré que yo tengo uno muy pequeñito. Por compensar, y todo eso que usted tan bien expone: Mucha mierda para Proverbio Chino y un beso para usted! Un día tengo que enseñarla mi castillo en la riviera francesa. Churra, no sé si yo me lo apostaría. Grandes racimos de cocos colgaban de las ramas. Dentro de la piscina multitud de chicos y chicas chapoteaban, gritando y jugando al waterpolo, un poco en serio y un poco en broma. Las chicas eran unas inglesas del hotel en que me hospedaba. A los chicos no los conocía, pero parecían americanos, seguramente cadetes navales llegados en un barco militar que había anclado en el puerto aquella mañana. Llegué hasta allí y me metí bajo un toldo amarillo donde había cuatro asientos vacíos, me serví la cerveza y me arrellané cómodamente con un cigarrillo entre los dedos. Los marinos americanos congeniaban bien con las inglesas. Llevaba un traje blanco, inmaculado, y caminaba muy aprisa, dando un saltito a cada paso. Llevaba en la cabeza un gran sombrero de paja e iba a lo largo de la piscina mirando a la gente y a las hamacas. Yo también le sonreí. Dio la vuelta a la silla y la inspeccionó para su seguridad. Luego se sentó y cruzó las piernas. Llevaba sandalias de cuero, abiertas, para evitar el calor. Tendría unos sesenta y ocho o setenta años. Señalaba a los bañistas de la piscina. De repente uno de los cadetes americanos se detuvo frente a nosotros. Estaba completamente mojado porque acababa de salir de la piscina. Una de las inglesas le acompañaba. Llevaba una toalla en la mano, y al sentarse sacó un paquete de cigarrillos y un encendedor. Le ofreció a la chica, pero ella rehusó; luego me ofreció a mí y acepté uno. El hombrecillo, por su parte, dijo: Sacó una pitillera de piel de cocodrilo y cogió un purito. Luego sacó una especie de navaja provista de unas tijerillas y cortó la punta del cigarro puro. Siempre ha ido bien. El hombrecillo sacó el cigarro de su boca y dobló la cabeza hacia un lado, mirando al muchacho con atención. Nunca falla, por lo menos a mí nunca me ha fallado. El hombrecillo continuó mirando al muchacho. Tendría unos diecinueve o veinte años y su rostro, al igual que su nariz, era alargado. No estaba demasiado bronceado y su cara y su pecho estaban completamente llenos de pecas. Tenía el encendedor en la mano derecha, preparado para hacerlo funcionar. Tenía una voz suave y monótona; miraba al muchacho con insistencia. El hombre hizo una pausa y examinó su puro y debo confesar que a mí no me gustaba su manera de comportarse. Parecía querer sacar algo de todo aquello y avergonzar al muchacho. Miró de nuevo al americano y dijo despacio: Le apuesto veinticinco centavos o un dólar, o lo que tenga en el bolsillo; algunos chelines, supongo. El hombrecillo movió su mano de nuevo. Luego subimos a mi habitación del hotel al abrigo del viento y le apuesto a que usted no puede encender su encendedor diez veces seguidas sin fallar. Yo soy un hombre rico salir con un hombre del sur roald dahl deportivo. ![]() Es un coche americano, de su país, un Cadillac No puedo consentir que apueste eso, es una locura. Usted enciende su mechero y el Cadillac es suyo. El hombrecillo quitó cuidadosamente la vitola del cigarro todavía sin encender. Si gana se queda con mi coche. Si pierde, me quedo con su dedo. El hombrecillo se reclinó en su asiento y se encogió de hombros. Usted dice que su mechero se enciende, pero no quiere apostar. El muchacho se quedó quieto mirando a los bañistas de la piscina. De repente se acordó de que tenía salir con un hombre del sur roald dahl cigarrillo entre sus dedos. Lo acercó a sus labios, puso las manos alrededor del encendedor y lo encendió. Al momento, apareció una pequeña llama amarillenta. El americano ahuecó las manos de tal forma que el viento no pudiera apagar la llama. Me olvidé de que usted también tenía el cigarrillo sin encender. Alargué la mano para coger el encendedor, pero se incorporó y se acercó para encendérmelo él mismo. Él volvió a su sitio. El hombre del surMe di cuenta de que el hombrecillo había logrado perturbar al chico con su absurda proposición. Estaba sentado muy quieto, y era evidente que la tensión se iba apoderando de él. Empezó a moverse en su asiento, a rascarse el pecho, a acariciarse la nuca y finalmente puso las manos en las rodillas y empezó a tamborilear con los dedos. Pronto empezó a dar golpecitos con un pie, incómodo y nervioso. Hombre del sur, de Roald Dahl ¿Quiénes si no iban a hacer tanto ruido? Estaba completamente mojado porque acababa de salir de la. Lo habrán podido ver en alguna de sus versiones televisivas (dos Nadie ha escrito un cuento como Hombre del Sur, salvo Roald Dahl, que. Si me falla una vez, entonces pierdo el dedo meñique de la mano izquierda. De Wikipedia, la enciclopedia libre. Consultado el 27 de julio de Artículos con datos por trasladar a Wikidata Wikipedia: Artículos con pasajes que requieren referencias. Espacios de nombres Artículo Discusión. Vistas Leer Editar Ver historial. Al usar este sitio, usted acepta nuestros términos de uso y nuestra política de privacidad. 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